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215 este momento llegó para el Corazon de María, cuando su Hijo consumó su vida mortal entre los suplicios mas atroces, que inventara la barbarie atizada por los espí- ritus malignos. María examina de cerca aquel aparato de inaudita fiereza , en que los sayones extienden á su Hijo en la cruz, horadan su mano derecha con grueso y duro clavo, atan la izquierda con áspera soga, para que llegue al agujero donde la clavan, estiran con horrible violencia sus piés, y los traspasan con hierros y marti- llos, y elevan la cruz y la víctima con escalas y maro- mas, y la dejan caer en el hoyo formado en un peñasco. para que espire entre tormentos. ¡Oh portento de forta- leza, en que María vence no ya á los hombres, sino á los ángeles *. Cuando esta escena se representaba en la cumbre del Calvario, se vistió de luto el firmamento, huyendo el sol por no verla: tembló de espanto la tierra, y dieron signos de sensibilidad las piedras , abriéndose con hor- rible fragor; y sobrevino á toda la naturaleza un mo- mento de horrorosa consternacion, que la hubiera con- vertido en un caos, si Dios no la sostuviera. Solo María no se ha perturbado; pues se ha colocado junto á la cruz de su Hijo, y está allí de pié como el héroe que, incansable en el combate, ha postrado mil enemigos y espera con escudo y espada á que vengan otros mil. ¿Qué fortaleza es esta? Superior á nuestras fuerzas , lo es tambien á cuanto nos sugieran las luces de nuestra razon: pues no pudiera esta comprender, cómo una ma- dre está en pié junto á su Hijo moribundo, cuando el dolor de su Corazon, repartido entre todas las criaturas sensibles, era bastante para quitarlas la vida en un mo- 4 Maria vicit sexum, vicit hominem , et passa est ulira hu ! manitatem. (S. Amad. Hom. 5.
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