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1 Mi 'l FR !Ñ 208 contestó la Madre tierna, ¿cómo he de permitir que pa- dezcas solo? Dame esas espinas que atormentan tu san= ta frente, para fijarlas yo en la mia; dame esa cruz, con que has caido ya dos veces, y yo la llevaré sobre mis hombros: conozcan todos que yo soy tu Madre, para que, teniendo contra mí el ódio que te profesan, me den á mí la misma muerte, y muriendo á tu lado, tengas algun consuelo en tus desgracias *. Con estos sentimien- Los se acerca María á su Hijo, cuando ya caminando al Calvario; y con los mismos se coloca junto á la cruz, cuando clavado en ella, lo suspenden sus enemigos en- tre el cielo y la tierra. ¡Ah! ¡Qué admirable comunica- cion de amor hubo entonces entre sus Corazones! Era la pasion como un torrente impetuoso, que llenaba hasta rebosar al mansísimo Jesus, y despues de anegarlo á él, envolvia en grandes torbellinos á la Madre ; pero estas aguas espumantes de tormentos y penas formaban en el Corazon de María un rio caudaloso de compasion y ternura, que rebosando y saliendo de él en inmensos raudales, bañaba el Corazon y el alma de su amado Je- sus, para mitigar con la suavidad y la ternura las heri- das crueles, que ha abierto en él la dureza de sus ene- migos ?. Con razon se queja Jesus del abandono, en que se encuentra *: el cielo se ha vuelto de bronce, cerrando 1 O Fili, exaudi me, obsecro, in tuo me suscipe patíbulo, ut qui una carne vivunt, et uno amore se diligunt, una morte pe- reant. (Div. Bern. de Lam. Virgin.) 2 Tantus impetus passionis Domini Jesu fuit, ut quasi tor- rens ipsum impleret patientem, et inebriaret; ut sic Christo im- pleto, in Mariam flueret patientem: qua similiter impleta, ad Filium redundaret inundatio amaritudinis et maeroris. ( Div. Bern. Hom. in Stabat. ) 3 Matth. cap. 27. y. 46.

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