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207 todos los obstáculos, hasta poder ponerse cerca del pa- ciente, y consolarlo en su desamparo. ¡Oh fuerza inex- plicable de amor! ¡Oh inefable intensidad de ternura maternal! Lo único que puede aliviar á Jesus paciente, es la presencia de su Madre traspasada de angustias; y la mayor amargura de María es ver morir á su Hijo, sin poder ella tambien dar su vida al mismo tiempo *. Ani- mada de estos sentimientos va María derecha á encon- trarse con su Hijo, sin que la detengan la fealdad del sitio del suplicio, la muchedumbre del vulgo, la vehe- mencia de los clamores, la locura de los necios, ni la caterva de los malvados; porque su Corazon no estaba en ella, sino en Jesus llagado , atormentado y afligido ?. ¡Ah! ¿Qué entendimiento podrá penetrar lo que se dijeron aquellos tiernos corazones, en el momento en que Jesus cargado con la cruz, y marchando con paso trémulo y vacilante, alzó sus castísimos ojos y se en- contró con los de su Madre, que muy de cerca lo miraba, extática, pálida, llorosa, é inspirando compasion, hasta á las mismas piedras? Habló aquel el primero, diciendo al Corazon de su madre, que su presencia lo martiriza- ria mas que todo, que ella misma iba á padecer una cruel agonía, y que podia retirarse á la soledad, ya que estaba su Corazon traspasado de penas *. ¡Oh Hijo mio! 1 Clavis durissimis ligno affixus, et videns me, plus doluit le me quam de se. (Div. Bernard. de Lament. Virgin.) 2 Curnon te tenuit stultorum vesania..... ? quia cor tuum alienatum erat á te pre immenso dolore: non erat quippe in te» sed in afflictione Filii tui. (Div. Bonav. de Planct. Virginis.) 3 Ad cor Virginis loquebatur, dicens: ad quid venisti, colum- ba? (Arnold. Carnot. tom. 10 de laudibues Virg.) Qué properas? Qui venis, Mater? Recede adhuc crucifixa. (Div. Laur. Just. in agon. Christ. cap. 11.)

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