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A Mi eN | | p 206 mente irritado por los pecados de la humanidad, que sy Hijo habia cargado sobre sí. Consumada tambien la hop. rible conjuracion, que urdieron contra Dios y su ungido los príncipes de las tinieblas, y con ellos los reyes y potentados de la tierra, salia caminando para el paraje del suplicio el Hijo del Altísimo, llevando ceñida sy cintura con pesada cadena, su cuello sujeto con áspera soga, su cabeza coronada y atormentada con horribles espinas, sus hombros agobiados con una enorme cruz y el cuerpo todo llagado y ensangrentado. Habia visto la tierna Madre los inhumanos proce- deres de los sayones en la flagelacion de su amado Je- sus, conmoviéndosele las entrañas, desgarrándosela el Corazon,y faltándola la voz, y aun casi el sentido !. Marchaba ya éste hácia el Calvario, acompañado de un pueblo tumultuoso, cuyo agolpamiento desenfrenado la habia alejado de su lado, mas cuyas voces, semejantes á bramidos prolongados, herian sus oidos, y decian á su Corazon que Jesus caia con la cruz, y era golpeado, y herido y arrastrado ?. ¡Ah! ¿Cómo es posible que pueda vivir María, sin estar con su Hijo? En medio del aban- dono, en que el cielo lo ha dejado,y de la horrible cruel- dad, con que los hombres lo tratan, ella sabe que el único consuelo que tiene, es la ternura de su maternal Corazon; y para proporcionárselo, determinaba arrostrar 1 Quum ipsum fuissem intuita pugnis percuti, alapis cedi, in faciem conspui et spinis coronari, commota sunt omnia vis- cera mea, spiritus meus defecit, et non erat mihi sensus, neque vox. (Div. Bernard. de Planct. Virg.) 2 Eunte Filio meo ad locum Passionis, alii percusserunt eum in collum, alii in faciem, et tam fortiter, rem percutientem , ut licet ego non vide- audivi tamen clare sonitum percussionis. $5. Birgit. lib. 1. Revelat. cap. 23.)
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