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193 su virginidad , para su protector, y para protector y ayo del mismo Dios humanado? ¿Habia cosa mas óbvia, para mantener sereno aquel corazon, ó devolverle la paz perdida, que el decirle que ya el Señor habia oido las oraciones de los santos patriarcas , y habia bajado á la tierra? Sin embargo, María es tan modesta, que en medio de una de las mayores tribulaciones, que su Co- razon padeció, nada dijo de este portento, por no pro- nunciar una palabra que redundase en alabanza de si misma. ¡Ah! Solo el entendimiento divino puede medir la extension de esta virtud del Corazon de María *. Era entre tanto esta virtud escondida en el Corazon de la Vírgen la que, mas que todas las demás, se retra- taba toda entera en su exterior; porque los movimien- tos exteriores son la expresion del estado interior del alma, y por la gloria que resplandece en el cuerpo, se colige la que hay en el espíritu ?. ¿De dónde venia que tuviese tanta parsimonia en sus palabras? ¿De dónde, que se vistiese con tanta sencillez? ¿De dónde, que tu- viese siempre inclinados modestamente sus purísimos ojos? ¡Ah! Era la mas hermosa y agraciada de todas las mugeres, y nadie podia mirarla sin tener al punto pen- samientos de castidad y pureza ?. ¿De dónde venia este portento? De la modestia admirable, y superior á todos los modos de la naturaleza, que la Virgen tenia en sus modales, en sus palabras, en sus miradas y en todas sus 1% O miram Maris modestiam! Mater Dei erat, el nemo hoc ab ea novit. (Div. Thom. á Villanov. Conc. 2 de Annunt,) * Per gloriam, que foris est, gloria intus esse Cognoscitur. (Div. Greg. Magn. lib. 6. in Reg. e. La) 3 Quum esset pulcherrima, et facie decora nimis, inspicien- tium oculos pulchritudine sua honestabat et sanctificabat. (Div. Thom. á Vill. conc. 2. de Annunt. 13
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