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190 nas; vivir escondidas como las violetas, y derramar como á pesar suyo tanto olor de vida santa , que llegan á percibirlo todos los que las ven. Pero conviene singu- larmente este distintivo á la modestia, que, alimentán- dose en lo mas secreto del corazon, no puede estar ocnl- ta, siendo su objeto no solo la conservacion de la hm- mildad, sino tambien la compostura exterior, y la di- reccion de todas las obras á la propia santidad y á la edificacion del prójimo *, Admirable, como fué, la Vírgen María en todas las virtudes, en la modestia parece que se escedió á sí mis- ma, llevándola al grado mas elevado que puede caber en una pura criatura: y para convencernos, no tenemos mas que abrir los Evangelios. ¡Qué concentramiento de pensamientos! ¡Qué silencio tan profundo! En una his- toria de treinta y tres años, solo cinco veces, encontra- mos que María haya abierto sus labios para hablar; y de estas, lo hizo dos veces, para arrojar el manto de la modestia sobre los elogios que oía de su persona, por- que nada causaba mas asombro á su Corazon, que el oir sus propias alabanzas ?. Fué elevada á la dignidad de ser Madre de Dios: y siendo esté el acontecimiento que habian esperado los hombres por tantos siglos, y lo que debia llenar al mundo de alegría, ningun sér huma- no lo supo, sino ó por inspiracion del Espíritu Santo , ó por revelacion del ángel: mas, de los labios de María jamás salió una palabra que lo insinuara. A pesar de haberse visto en peligros gravísimos, de que hubiera sa- 1 Modestia est virtus, per quam nihil fit, quod non deceat sanctitatem, vel quod offendat cujusquam aspectus. (Div. Thom. in Ep. ad Tit. 3. Set. 1. 2 Nihil erat ei mirabilius, quam auditus sus excellentiw. (Div. Thom. 3. p. ques. 31. art. 4. | ma sa % cm PP ii in

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