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188 MÁXIMAS. Para ser manso de corazon , €s preciso ser pobre de espíritu; porque, así como la mar entra en calma cuan- do cesa el viento, y el fuego se apaga al faltarle el com- bustible, así es uno manso, tan luego como se extirpa todo aquello que infla el ánimo y enardece el corazon. El manso de corazon no se queja de Dios, si permite que le vengan desgracias; ni se irrita contra el prójimo, cuan- do este lo injuria. AFECTOS. O Corazon sagrado de María, yo no te he querido contemplar sino en los momentos de g0zO, y por eso no te he imitado en la mansedumbre, con que sufriste todas las adversidades que te sobrevinieron, Deseo mi- rarte en el Calvario, para ver retratadas en ti las llagas de mi Redentor. ¿Qué herida rasgó el cuerpo de Jesus, queno te despedazase? ¿Qué llaga laceró sus carnes, que no se estampase en ti? Te veo destilando sangre en los azotes, horadado todo en las espinas , traspasado cuatro veces con los clayos, y pasado de parte á parte en la lanzada; y con todo eso, no se turba ese Corazon magnánimo, ni desmaya en tantas angustias, ni cae en deliquios entre tantas agonías , ni desfallece y espira en tantas muertes. Hiere mi corazon con un dardo de amor, que salga de tu seno, para que á tu imitacion bendiga á Dios en las tribulaciones, y me derrita en amor de los que quieran perseguirme y angustiarme. Rogaré por mis mismos enemigos, para ser hijo verdadero de la Madre mas compasiva, que hay en los cielos y en la tierra. Así Sea. Oraciones y demás, como el primer día.

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