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187 tos resultados de esta mansedumbre del Corazon de María, para que nos animemos, siquiera en vista de ellos, á ser mansos y humildes. Dice el Espíritu divino, que hagamos todas las obras en mansedumbre , y que entonces, á mas de la gloria, nos conciliaremos el amor de los hombres *. Siempre se ha cumplido esta predic- cion del sabio entre los hombres. Mas, ¿cómo se ha cumplido en María? ¡Ah! Su gloria no cabe en los con- fines del mundo: mas el amor que se la tiene, por parte de Dios es inmenso é infinito, y por la de las criaturas es incalculable é inefable. Porque María es la querida hija, la amada Madre y la dulcísima esposa del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: aman á María los serafi- nes con todos los coros y gerarquías del cielo; la aman los bienaventurados, la aman todos los justos de este mundo: la ama la Iglesia santa , no habiendo sino los espíritus malos, que no la amen, porque ha destruido su poder, y estrellado con su pié virginal la cerviz de su caudillo, y los herejes, y demás impíos, porque no quie- ren imitarla en sus virtudes. Por lo tanto, nosotros, que nos gloriamos de amarla, formemos la resolucion de imitarla, no quejándonos de la Providencia Divina en las adversidades, no lamentándonos de la desigualdad que vemos en el mundo, cuando nos toca á nosotros la peor parte: y por fin, no volviendo á nadie injuria por injuria, y mal por mal, sino haciendo bien á todos, em- pezando por los que nos han ofendido. ¡Ah! Acordémo- nos siempre de que hay una tierra feliz y de eterna di- cha, que está reservada para los que, á ejemplo de Je- sucristo y de su Madre, sean mansos y humildes de co- razon, pues ellos solos"la poscerán * 1 Eccli. cap. 3. v. 19. 2 Matth. cap. 5. v. 4.

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