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181 medio de las mayores tribulaciones: tú te creias bien- aventurada, cuando te recordaban las grandezas que habia obrado en ti el Todopoderoso: y tambien te repu- tabas por dichosa , al rodearte por todas partes las olas de la mas acerba amargura. Pídote pues tu Corazon, ó María, para encontrar en él mi reposo y mi se re idad, en la prosperidad y en la adversidad. Si tú, 6 Madre amorosa , das un consuelo á mi alma, quedará esta em- briagada al momento del amor de tu Hijo, y de la sua- vidad virginal de tu cariño maternal. Entonces mi cora- zon será dirigido por-el tuyo, y se deshará para siempre en aspiraciones celestiales, y en alabanzas al Señor; y si ejércitos enteros se levantaren contra mí, no temere, porque tú estás conmigo. Así sea. Oraciones y demás, como el primer día. DIA XXXIII Mer Todo como el primer dia. MEDITACION. Mansedumbre del Corazon de María. Son la mansedumbre y la humildad dos virtudes tan inseparables, que nacen juntas en el corazon, reciben el mismo alimento, toman los mismos incremenlos y con- ducen sus pasos al mismo término, animándose mútua- mente la una á la otra, y dándose testimonio rec íproco de verdad y de sinceridad: porque la verdadera humil-
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