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dd ? ! Ñ ñ ] Ñi 178 cia en su Corazon; y si alguna sobresale, es quizás la alegría del espíritu. ¡Con qué amor, con qué ternura, con qué cariño, acepta la esclava del Señor todos los trabajos que este quiera enviarla! ¡Con qué modestia y silencio exterior los sobrelleva! ¡Con qué alegría interior los ofrece á su amado Hijo! Era sin duda la mas dichosa de las mugeres, cuando concibió por virtud del Espíritu Santo; y habiéndola este dado un verdadero raudal de luces, no quiso que dejase de saber sus propias excelen- cias, y hasta él mismo movió su lengua para que las publicase cuando dijo, que la habian de llamar bien- aventurada todas las generaciones *. Pero, ¡qué con- traste! ¡Qué prueba para el Corazon de María! Estas mismas glorias no solamente se eclipsaron, sino que aun se vieron como amenazadas de un total exterminio: porque apenas ha nacido el Hijo, que es la causa de ellas y se las ha de conservar, tiene que huir con él al extranjero para salvarlo; y despues de volver del des- tierro, lo pierde; y cuando empieza á manifestarse como el ungido del Señor, se levantan por todas partes ene- migos crueles; y por fin, unidos estos en conspiracion inícua , se lo arrebatan, lo cargan de cadenas, lo atrai- llan á tribunales, lo insultan , lo befan, lo azotan, lo es- cupen, lo injurian y escarnecen, y lo clavan en un ma- dero, siendo la desgraciada Madre testigo ocular de tan ¡nauditas afrentas y crueldades. ¡Ah! Si en medio de tantas y tan variadas escenas de sangre y horror, pu- diéramos contemplar el estado del Corazon de la Virgen, veríamos que sucede en él lo que acaece en el de su Hijo en iguales circunstancias; pues resuenan en él las yoces de bendicion y alabanza al Señor, que la predestinóá lo 4 Beatam me dicent omnes generationes. (Luc. cap. 1. v. 48.)
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