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DIA XXI. A Todo como el primer dia. MEDITACION. Abnegacion del Corazon de María. La primera virtud que exige el Señor en quien pre- tende seguirle por el camino del cielo, es la abnegacion de la propia voluntad , renunciando á ella por amor de Dios, y poniéndola tan omnímodamente en sus manos, que ni aun en lo mas mínimo se aparte el hombre de lo que Dios quiere; antes por el contrario, le haga un sacrificio completo de todas las potencias del alma , re- duciendo á servidumbre el entendimiento en obsequio de la fe *, y conformando sus deseos con los deseos di- vinos. Vanamente querremos persuadirnos de que so- mos humildes, no abnegándonos á nosotros mismos; pues antes de ejecutar algun acto de humillacion, se ha de hacer oblacion á Dios, aun de la mas mínima aspi- racion de nuestro corazon; y si no lo hacemos así, al presentarse un choque contra nuestro amor propio, cor- remos peligro de ser vencidos. ¡Ah! Aun en las obras mas santas suele insinuarse esta facultad altiva del hombre, pretendiendo dar á su propia voluntad la ini- ciativa y aun la supremacía, lo que basta para quitar 1 2.1 Corinth. cap. 10. v. 5.

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