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159 AFECTOS. O Corazon de María, donde habitó Dios cumo el Criador en el mundo, el emperador en su reino, el pon- tífice en su templo, el padre de familia en su casa y el esposo en su tálamo: tú eres el altar sacratísimo, en que ardió sin cesar el fuego santo del amor, y se quemó perennemente el timiama de la oracion, no habiendo habido un solo instante, desde el primero de tu anima- cion, en que no subiese al cielo el suave aroma del sa- crificio que hacias de-ti misma, mas agradable al Espí- ritu santificador, que cuantos le habian hecho los hom- bres, desde el principio del mundo, ¡Ah! No hubo en ti escoria alguna de pecado , que tuviese que destruir el fuego celestial: ni el contacto con las criaturas herrum- bró ese corazon, que, mejor que el acero mas exquisito, tenia el temple perfectísimo del fuego inextinguible de la caridad. Pero de esa superabundancia de fuego divi- no, que arde en tu seno sagrado, haz que se derrame sobre mi corazon una llamarada, para que lo purifique, y lo inflame , y lo abrase todo en el incendio del amor del cielo, y lo haga indiferente á las cosas de la tierra. Así sea. Oraciones y demás como el primer dia.