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155 no llegaría en tantos años, en los cuales no trascurrió un solo momento sin producir nuevos actos de amor divino? ¿Qué volcan tan inmenso no se formó en su Corazon, cuando el mismo Espíritu Santo en persona vino á su seno, para formar de $u sangre el cuerpo para su Hijo, y entregarla de una vez el dote competente á su incomparable dignidad? Tiene la gracia divina la propiedad de no permane- cer jamás ociosa, ni estarse queda, sino ir marchando y conduciendo á quien la abriga dentro de sí por brillan- te sendero, hasta que lo coloca en la plenitud de la perfeccion. Y como la capacidad del alma es limitada, y el bien sumo, que se la muestra mas y mas á medida que crece en su amor , es infinito, cuanto mas lo posée, mas desea estrecharse con él en abrazo eterno; y cuanto mas lo ama , mayor campo de amor descubre ; y como no puede abarcarlo, se eleva toda entera con indecible anhelo, hasta llegar á derretirse en amor de Dios, de- seando corresponder á su amor infinito con otro que, siendo limitado, toque sin embargo al último término de su fuerza. Es este el amor que purifica nuestras al- mas de toda escoria terrena, y las arroba y extasía , sa- cándolas de lo visible, y elevándolas á tanta intensidad de amor de Dios , que lo desean mirar y contemplar de hito en hito : y como sus pupilas no pueden mirar en la tierra al sol de justicia, el amor crece con las ansias de poseer plenamente el objeto amado, entrando el alma enamorada en un deliquio, del cual no puede curar, sino con las flores y los frutos de este mismo amor, cuya aplicacion pide á su bien amado *. ¿Cuán grande no sería por tanto, cuán intenso y 1 Fulcite me floribus, stipate me malis, quia amore langueo Cant. 2. 5.
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