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A a y | A ) E da 150 añadiendo á esta humildad, que tan própia ha de ser del ángel como del hombre, un pensamiento verdade- ramente vivificador, que el ángel no puede tener como participante en él. ¡Ah pensamiento celestial! Infinito es el amor del Corazon de Jesus á María , y del Corazon de María á Jesus; y en medio de esos Corazones estaba cada uno de los pecadores, no amándose aquellos , sino porque estos no se perdiesen para siempre : de modo que , si el Corazon de María tiene á su Hijo un amor inmenso é inefable, se convierte este amor en invenci- ble é inmutable hácia el pecador, siendo el mismo en el cual su Hijo nos ha amado *. Pero, siendo esto ver- dad, como lo es, ¿en qué consiste, que nuestros corazo- nes son tan tibios en el amor de Jesus y de María? ¿Cómo es posible que, habiendo cada uno de nosotros pasado entre aquellos dos volcanes de amor que Dios y su Madre tienen al hombre, este mismo hombre no sea hácia Jesus y María, sino un sérindiferente, si quizá no está helado en las regiones de la culpa? ¡Oh Dios mio! ¡Qué desgraciado es, quien no os ama! ¡Qué sello de re- probacion lleva impreso sobre sí, quien no ama á la que es vuestra Madre por la naturaleza , y de los hombres por la gracia. ¡Ah! Empecemos desde hoy á amar á Ma- ría; y si tenemos la dicha de amarla ya, encendamos mas y mas este fuego en el amor de aquel Gorazon- que nos ama en Dios, por Dios y para Dios: y ala- bando al Señor cada dia por esta misericordia digamos siempre con gozo: Bendito sea nuestro hermano Jesus. por quien María es nuestra Madre: bendita sea nues- 1 ¡Scio, Domina , quía benignissima es, et amas nos amore invincibili, quos in te et per te Deus tuus summa dilectione dilexit. (Div. Petrus Dam. Serm. de Nativ. Virg.
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