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149 heróicas. ¡Ah! ¡Qué gradacion tan asombrosa hay en el Corazon de María! Concibe María á Dios, enjendra á Dios , alumbra á Dios, viste á Dios, alimenta á Dios, cuida de Dios , proteje á Dios, manda á Dios, y Dios la obedece con espanto de los ángeles. Se han formado entre el Corazon de Jesus y el de su Madre las mismas relaciones, que entre los corazones de las demas ma- dres y los demás hijos; con la diferencia, de que todo entre ellos es perfectísimo , santísimo , é infinito positi- vamente en el Hijo, y tan grande en la Madre , que no puede darse mayor en una pura criatura. Es imposible que Dios no tenga siempre presente que María lo ha ensendrado; tambien lo es, que María se olvide de que Dios es su Hijo. Es imposible que Dios deje de amar á María, porque le ha dado el sér humano: tambien lo es, que este Dios llore, sufra , tenga hambre, se vea perse- guido, padezca persecuciones y muera en la cruz, sin que todo esto vaya derecho al Corazon de su Madre, y la aflija, la atribule, la hiera y la traspase. ¡Oh amor inmensurable el del Corazon de María para con el Hijo de Dios y suyo! Son dos volcanes, que están treinta y tres años juntos, dándose y recibiendo mútuamente el fuego del amor, Dios amando á la Madre, la Madre amando á Dios. ¿Hay que extrañar que, cuando esle Dios está bebiendo solo el cáliz de su pasion, vaya Ma- ría á presentarle su Corazon , para que encuentre en él el consuelo, que le niegan los hombres convertidos en fieras , y el cielo, que se ha hecho de bronce? Dejemos á los ángeles el cargo de apreciar digna- mente la extension del amor del Corazon de María há- cia su Hijo, creyendo que estos espíritus soberanos , en vez de investigar lo que Dios solo puede medir, se con- tentarán con extender sus alas sobre este misterio, y alabar por él al Altísimo. Hagamos nosotros otro tanto, eS 4 ' | pl 3 ! ! n . Ml

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