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146 Dios, amor que no podia nacer en la voluntad de los ángeles, ni en el corazon de de otro sér, sino en aquel, que Dios mismo fecundaba econ estas admirables semi- las, preparándolo de esta manera al gran misterio, en que igual parte tendrian el Espíritu Santo y la Vírgen sin mancilla, aunque cada uno segun su naturaleza y su virtud. No era sin embargo este amor sino el amor de un corazon excitado por la gracia divina y correspondiendo libremente al movimiento celestial. Muy pronto habia de unirse á este amor el de la naturaleza , amor necesa- rio, porque habia de salir de un corazon de madre , que no puede serlo, sin amar necesariamente al hijo de sus entrañas: y entonces sería de tal intensidad, que no solo traspasaria el alma, sino que se apoderaria de todo su pecho *, fecundando al mismo tiempo su alma, su corazon y su carne ?. Tan pronto como María concibe en su virginal seno al Hijo del Altísimo, el amor de su corazon empieza , no solo á ser inefable , sino en cierto modo infinito; porque tiende á asimilarse al que el Eterno Padre tiene á este mismo Hijo. Y así es; porque el Padre engendra al Hijo , dándole cuanto posee esen- cialmente, su sabiduría , su omnipotencia, su inmensi- dad y su infinidad ; y lo engendra Dios'de Dios, esplen- dor de su gloria, figura de su sustancia y candor de la eterna luz *; pero María engendra en sus entrañas á este 1 Amor Maris animam non modo transfixit, sed etiam per- transivit, ut nullam in pectore virgimali particulam vacuam amo- re relíiquerit. (Div. Bern. Serm. 2. in Cant. 2 De plenitudine mentis satiaretur et caro. (D. Bern. Serm. 52. de Diversis. 5 Candor est lucis seterns, et speculum sine macula Dei ma- jestatis, et imago bonitatis illius. (Sap. 7. 26.

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