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143 al solio de Dios, mientras ellos no son á su lado sino as- cuas diminutas. Debiera no separarse jamás de nosotros este pensa- miento, para encomiar incesantemente al Señor y ben- decirlo por sus misericordias. Es Dios nuestro Padre y nos lo demuestra, no solo en las obras, sino tambien en la cariñosa apelacion de hijos que nos da, habiéndonos adoptado en Jesucristo, y en la que quiere que nosotros le demos, llamándolo á boca llena Padre nuestro. Y pensémoslo sériamente ; ¿qué ha hecho Dios por su Hija en orden á su santificacion, que no lo haya hecho por nos- otros? Verdad es, que á ella la preservó de caer en la culpa original: mas, á nosotros nos saca de ella y nos la perdona , santificándonos y adoptándonos por hijos su- yos, gracia que nos da el mismo resultado, que es el de ser dichosos por toda la eternidad: es verdad, que Dios se hizo Hijo de María: pero, tambien se hizo her= mano nuestro, ennobleciendo nuestro linage sobre el de los ángeles, y dándonos en su madre natural, una madre espiritual que vale mas que millones de mundos, y que puede para nuestro bien lo que nadié entre las criaturas es capaz de valorar. Amemos, pues, á tan amante Pa- dre , cumpliendo con sus mandamientos, y dejemos á su cuidado nuestra suerte, que no puede ser otra sino nuestra eterna felicidad. MÁXIMAS. Es una gloria para uz hijo, llevar en sus facciones delineado el rostro hermoso de su padre; pero és un blason de honor, el llevar en su alma impresos los sen- timientos de virtud y honradez de aquel que lo engen- dró, y mucho mas el practicar las buenas obras de que le dió ejemplo. Dios es nuestro Padre; y por eso nos

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