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125 píritu Santo. Mas Dios, que habia manifestado su 0m- nipotencia para encarnar en el seno de María y hacerse hombre, apenas ha obrado este portento, deja que en la generacion sigan las cosas el curso ordinario de la natu- raleza: de modo que, pasado el tiempo necesario, y á medida que el divino Niño que lleva en su virginal tála- mo, va creciendo, se van viendo las señales de su santa gravidez, sin que quede duda poco tiempo despues, de que María es madre; y llegó un momento, en que nadie podia ya dudarlo, pues conservando toda su hermosura y robustez, y sin sentir ningun achaque propio de las demás mugeres, se presentó con señales, visibles á to- dos, de su alumbramiento no lejano. Veíala y observábala su casto esposó, que tenia sobre ella todos los derechos adquiridos por el santo enlace; y si al principio no creia su Corazon lo que veian sus ojos, al fin su entendimiento no podia comprender có- mo su esposa con quien se habia unido, despues de ha- ber ofrecido junto con ella al cielo ser él tan casto, cuanto ella era virginal *, podia ser madre, no obstante que le constaba su inocencia, su candor, su pureza y su total alejamiento de todo comercio humano. Era con esta novedad doméstica el corazon de José, como un mar borrascoso, donde soplan con igual fracaso vientos, que por todas partes envuelven al desgraciado nave- gante, pues la ley le mandaba delatar á la esposa, á quien recibiera virgen, y se presentaba con signos ine- quívocos de maternidad, no obstante que él la creia virgen todavía *: y su conciencia no le permitia exponer 1 Tradita est viro justo custodituro virginitatem: habuit Jo- seph cum Maria commuúnen Virginitatem: ista caste conjux, ille caste maritus. (Div. Aug. lib. de S. Virg., cap. 3. el Serm. 28. de tempore.) 2 Numer. 5. 12,
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