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117 condido en su corazon, pues asegura que no compren- de cómo podrá suceder lo que la anuncia, cuando ha ofrecido al Señor no conocer hombre alguno. El ángel la anuncia un parto celestial y admirable, y ella lo pospo- ne á la virginidad '; aquel la promete un Hijo grande entre los hombres , Rey poderoso, caudillo sin igual y dominador del mundo, y nada de tanta grandeza, ni de tan asombroso porvenir, hace que titubee el Corazon de María ?. ¡Qué admirable es el Señor en sus obras! Habia ims- pirado á María el Espíritu Santo toda la ciencia de los Profetas de tal manera, que sabia ella con todo órden lo que todos juntos habian dicho sobre el futuro Redentor y sobre su Madre; sin embargo una cosa la ocultó, y fué )) manifestarla, que todas las gracias con que la enri- queció desde el primer instante de su sér, eran el efecto de su predestinacion eterna á ser esta Madre venturosa, que habia de concebir y parir siendo Virgen: y no pa- rece que usó el Señor de esta economía en la dispensa- cion de sus dones, sino para que, al dar María el pri- mer paso público en la vida admirable á que Dios la destinara , apareciese siendo la reina, la abogada y de- fensora de la virginidad. Porque en realidad , María da tanto valor á esta virtud, que, si no puede conservarla, renuncia á la dignidad mas grande que hubo ni puede haber, de ser Madre del Hijo del Altísimo. Para que el Corazon de María se abra enteramente al nuncio celes- tial, es preciso que éste le diga, que ninguna criatura 1 Partum annunciat Angelus, ipsa autem virginitati inniti- tur. (D. Greg. Nyssen. ap. D. Thom. in Caten. Luc. 1.) 2 Immobile propostum virginitatis, quod nec angelo Filium promittente, aliquatenus titubavit. (D. Bernard, Serm. 4 de As- sumpt. B. V. M. AA PIAR AMINRAL PL E e ll y A A ¡

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