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REI A 3, 1 110 cado, de toda tentacion, perturbación, y afliccion, limpio tambien y sin mancha, para que en su triunfo y gloria reínes para siempre *. María dirá tambien á su modo estas palabras al Eter- no Padre, gozándose con un júbilo inexplicable é increj. ble por la salvacion de cada uno de los escogidos: pues para conseguirla, tomó Dios carne en sus entrañas, y le ayudó ella en lo que padeció por salvar á los pecadores. Y este mismo gozo tiene por cada uno de los que entran en el cielo ahora *; porque cada alma que se salva por los méritos de su Hijo, es una nueva flor que se agrega á las muchas que matizan sus vestidos, y una nueva joya que adorná su frente; y al estrecharla con su Cora- zon castísimo, entona un cántico de alegría diciendo: Me alegraré en el Señor y me gozaré en mi Dios, porque me vistió del ropage de la salud, y me rodeó de la corona de la justicia, como á esposa ataviada con sus joyeles *. ¡Qué motivos tan poderosos hallamos en esta bene- volencia del Corazon de María, para salir del estado de la culpa, y recuperar la amistad de Dios! Cuando tene- mos la desventura de caer en pecados graves con ad- vertencia, quitamos á Dios la gloria que le es debida,y se la damos á la criatura que nos ciega, ó á la pasion que nos domina: mas, cuando movidos de la gracia di- vina, reconocemos nuestros extravíos, y confesamos que somos Culpables, y pedimos perdon al Señor, le devol- vemos la gloria que antes le habíamos robado, y lo glo- rificamos y ensalzamos; pues la obra mas grande de la 1 Div. Augus. lib. 1 de Trinit., tom. 3. 2 Gaudet ultra quam dici aut credi potest de communi ele- ctorum salute, sciens quod propter eos Dei Filius carnem susce- pit ex ea. (Amedwus Lausan. de Laudibus Virg. Hom. 2.*) 3 Isai. cap. 61, v. 10.

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