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107 mento de ejecutar el gran sacrificio, y se encontraron envueltos el Hijo y la Madre entre las mas furiosas olaS de tribulacion, teniendo aquel taladrado su cuerpo con duros clavos, y su alma devorada con mil angustiosas penas, y ésta traspasado su Gorazon con tantas heridas, cuantas eran las que cubrian el cuerpo del Hijo, habló éste ya con toda claridad, habiendo escogido el momen” to del dolor mas supremo, para que quedase mas gra- bado en el Gorazon de su Madre, el encargo que la ¡iba á hacer. Y ¿cuál es este? Que yendo él á morir, prodigue desde aquel punto á todos los fieles los cuidados mater- nales, que ha tenido hasta entonces para con él *. ¿Quién puede ponderar dignamente, lo que María hace por los hijos que engendra entre las angustias de su Corazon, despues que sabe lo que le ha costado la conservacion de la vida de su Hijo natural? ¿Hasta dón- de llegará su solicitud, cuando éste la manda que haga otro tanto con los hombres, engendrados por él para su Padre en las entrañas de su misericordia, y entre la acerbidad de los suplicios, cooperando ella 4 este por- tento de la caridad infinita entre los dolores de su Gora- zon? Cada una de las almas es para ella una dracma preciosa, que conserva con cuidado, y si llega á perder- se, emplea todos sus afanes y anhelos hasta que la en- cuentra; y apenas la ha hallado, convida á los Angeles á que se alegren con ella, porque ha encontrado la pren- da de su Corazon. El buen pastor no emplea mas cui- dados y fatigas en buscar la oveja estraviada, que esta tierna Madre en ir tras el hijo que se aparta de su lado» pues lo persigue con sus inspiraciones amorosas, y no 4 Quum ergo Christus dixit Joanni: Ecce Mater tua, unicui- que Christiano dedit Matrem suam in Matrem. (Dyonis. Carthus. in Joann., cap. 19.) $ o i á Ei EN
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