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102 amó al mundo de tal manera, que dió á su Hijo, á fin de que todo el que crea en él se salve, podremos decir que María ha amado tanto á los pecadores, que ha po- dido este amor en su corazon, mas que el mismo amor que tenia á su propio Hijo *. Así, cuando llegue el momento del sacrificio doloroso del Calvario , será una misma la oblacion del Hijo y la de la Madre, porque una sola ha sido tambien su voluntad y su aspiracion: Jesus ofrecerá el holocausto en la sangre de su cuerpo, y María en la de su Corazon, y obtendrá tambien el mismo efecto en los deseos de su corazon, que el Hijo obtiene con los tormentos de su cuerpo y las aflicciones de su alma santísima ?. ¡Ah! No merece en cierto modo tanto nuestra admi- racion, lo mucho que debemos á María, como lo que he- mos valido en su Corazon , pues quiso perder á su Hijo entre los horrores de una muerte afrentosa, antes que permitir que nos perdiéramos nosotros entre los horro- res de una muerte eterna. Y si, para que nosotros nos salváramos , hubiese sido necesario que ella hubiese clavado con sus propias manos á su Hijo en la cruz, lo habria hecho con mas fe y mas valor que Abraham ?. ¡Qué dicha es por tanto la de los pecadores, el saber que aquel Corazon, que es la morada del Espíritu Santifica- 0? Sicut de Patre dicitur, sic Deus dilexit mundum, ut Filium suum Unigenitum daret, ita de Maria: sic scilicet Maria dilexit mundum, ut Filium suum Unigenitum daret. (S. Bona- vent. in P. dist. 48, q. 2.) 2. d9 Unum holocaustum pariter offerebant Deo: Maria ín sanguine cordis, Christus in Sanguine carnis; unde communem in mundi salute cum illo effectum obtinuit. (Arnald. Carnoten. de Laudibus Virg. 3 Ipsa, si oportuisset, pro salute humani generis propriis ma. nibus Filium cruci affixisset. (Div. Antonin. p. 4,cap. 15. tít. 17.)
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