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100 consigue que toda carne vea la salud de Dios*, siendo atraida la Sabiduría eterna por los suspiros y lágrimas de esta Vírgen que la decia sin cesar, que diese ya á la 13 humanidad aquel ósculo de amor y union inseparable, que la habia prometido ?. Inmensa es por esto la deuda de la humanidad á la 1 Vírgen María : pero ¿quién puede comprender, lo que pasa desde aquel momento en el Corazon de la Virgen? Le ha acaecido á María lo que menos esperaba: se creia indigna de ser sierva del Señor , y es escogida por él para que sea su Madre, y para que tenga la inefable di- cha de amarlo como á Hijo, y de cooperar con él á la re- dencion del mundo; y no solo lo ha de concebir por obra del Espíritu Santo, y lo ha de alimentar á sus castísi- mos pechos, teniendo en esto una dicha que no com- prenden, ni aun los mismos espíritus que ven á Dios cara á cara, sino que ha de ser ella como el sacerdote que ofrezca al cielo el sacrificio por la salud del mundo, y su Corazon se ha de convertir en altar donde se haga esta oblacion ?. Entre tanto han tomado tanta exten- sion en el Corazon de María el amor de Dios, y el de los pecadores, que uno y otro mas parece que pertenezcan AA al órden divino que al humano; porque desde que es Madre del Hijo de Dios, ama á este Dios con un amor, que es comun á su Corazon maternal y al Padre Eterno, por ser uno mismo el Hijo engendrado por María en el tiempo, y por el Padre en la eternidad; y al mismo ri 1 Luc. cap. 3, v. 6. 2 María, que magis dilexit, profundius suspiravit, vehemen” tius desideravit; ipsa potius quam omnes Sancti traxit, dicens: osculetur me osculo oris sui. (Richard. á S. Laurent. lib. 2 de ' Laudib. Virgin. cap. 2. 3 Maria velut sacerdos et altare. (S. Epiphan. de Laudibus Virgin.) -
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