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8 dar este negocio al varón santo. Para más obligar al Rey Católico, obtúvole el Emperador, no sólo la bendición de Su Santidad el Papa Paulo V, sino también el honor de Legado á Latere con todas las facultades y atribuciones acostumbradas en seme- jantes casos. Con este motivo extendió el Sumo Pontífice un Breve, recomendándole al Sr. Nuncio de España; y desde luego se puso en camino el siervo de Dios para dar cumplimiento á su impor- tante embajada. Cuando en la Corte se hubo reci- bido la noticia de la venida del P. Lorenzo de Brin- dis, precedida de un extraordinario prestigio y de tantos elogios como se hacían de Su Santidad y méritos, se alegraron los Reyes, pero singularmen- te la Reina Doña Margarita de Austria, quien no sólo conocía al varón santo, sino que había recibi- do de él las instrucciones de preparación para la primera comunión, y le había tenido por confesor mientras estuvo en Viena. Fué recibido, pues, en el "alacio Real, no sólo con las demostraciones de ca- riño quo se dejan suponer, sino también con toda la pompa y aparato que correspondía á un emba- jador extraordinario; y si grande y elevada era la opinión pública respecto de este esclarecido capu- chino, léjos de haberse disminuido en un punto con su presencia y trato, cretió sobremanera la fama de sus virtudes, sobre todo desde que obró en esta misma ocasión varios prodigios en el Real Palacio No nos detendrémos en referirlos aquí con todos sus pormenores porque nos extralimitaríamos de nuestro objeto, que no es otro que el de hacer una brevísima reseña de la fundación de nuestra pro- vincia, como se desprende del epígrafe de este ar-

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