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-26- ne el 10 de diciembre de 1891. Vino a 1.a Custodia en el año, 1893 al convento de Tulcán en donde teníamos ,el estudio de. Filosofía y Teología. Terminados los -estudios, recibió la orde– nación sacerdota/1. de manos del Excmo . Sr. Caicedo, Obis,pe– de Pasto, Colombia, el 2 de diciembre de 1894. Al hacerse la - -división entre religiosos navarros, y -ca-talanes que formaban una sola entidad, fuér.on destinados aquellos por la Obedien– ·cia a 1a República de ,CJ:úle en J..899_, para r eemplazar a los Capuchinos italianos, después de q ue el Rvdmo. P. Bernardo de Ander mat, Ministro General practicar•a urla visita a ChHe en 1894 . A fos cuatro días de h éllber emprendí-do este viaje a ·Chile murió en el camino nuestro malogrado P. Teófilo en Bar bacoas, Colombia el 7 de diciembre de 1899, a consecuen– cia de '1a enfermed;;.id de vómito negro . Fray Cayet ano de Arraiza. / De la Dióce.sis de Pamplona, España. Na-ció el 13 de_junio de 1'874 .siendo sus padres Raymundo Us urbil y Juliana Mi– randa quienes pidieron se le imponga el nombre de Antonio por hab er nacido el día del Taumaturgo de Padua . Vistió de novicio e[ 26 de junio de 1887; hizo la profesión simpJe el 27 de junio de 1888 y la s6lemne el 17 de agc!>sto de 1891 en el convento de Ibarra, pues ·vino a la Custodi~ en el año 1890. Los Superiore s lo destinar on a la Misión de Man a.bí y Esme- 1·aldas y de aquí pasó a Tulcán en donde estuvo hasta el año 1896 en qu_e salió d esterrado por Alfa.ro. Estando en el con– ven to de Túquerres Colombia recibió la obediencia para Clú- fe y yendo a su destino en compañía, ,del R. P. Teófillo, al lle- ' gar a Barbacoas, a los cuatro días' de ver mor ir a su compa– .ñ.er o, m ur ió de Ja impresión y víctima- de la fiebr e m aligna e~ 11 de diciembre d e 1899 . Fué r eligioso muy observántc , ca– r itativo y de s ólida piedad; muy arµ ante del trabajo, d i.stin– giéndose en t odos los ,conventos en •que ,est uvo ,de .familia 1 po r su •Constante laboriosidad. Sus restos jwlto con los -del P . Teó– f ilo, r-e¡posan en el ,co,I}vento id e T úqu eLles. 1 R. P . Francisco d e ! barra. L a piedad, l a bondad de su corarón, 1la suavidad de su ca– rácter, la encantadora sa:ncillez con \ q ue trababa a -las gentes le captaban la simpatía de t odos especialmente d e los n iños; Y con razón dice Sarday Salvanny: "En los claustros hay religio-

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