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Entre sangüesinos ... Acercarse a la figura de Francisco de Asís resulta siem– pre sugestivo. El arte y la literatura lo han considerado como el más humano de los santos: él representa lo puro, lo genuino, lo primitivo. Era el siglo XIII. Lejos quedaba el terror milenario causado por el temido fin del mundo. La Cristiandad mi– raba con ojos más optimistas lo terreno y temporal. En Europa empezaban a abrirse camino nuevas formas de vida , que la historia llama burguesas. Sin embargo, entre aquel pasado y el futuro que se alumbraba, era deseable otro camino distinto, tal vez utó– pico. El camino que, en un arranque de fe, intuyera Fran– cisco: la pobreza liberadora, el parentesco universal de los seres de la Naturaleza, la paz de la alegría . * * * Sangüesa, la Vieja y la Nueva, estuvo cerca de este universal personaje. Cuenta la tradición que entre los mu– chos romeros que cruzaron la ruta compostelana destaca el Santo de Asís. En 1214 fundaría en San Bartolomé, de Rocaforte, la primera comunidad franciscana de fuera de Italia. Algunos años más tarde nacería en Sangüesa la Nueva otra comunidad en el convento erigido por Teobaldo, rey de Navarra. De estos hechos quedan recuerdos popu– lares en Rocaforte: «el moral de San Francisco», eficaz talismán contra el miedo; la piedra llamada «el descanso de S. Francisco»; «la fuente de la salud» y «la concha del peregrino». Desde mitades del XIII hasta el siglo pasado, los segui– dores de San Francisco han formado parte del paisaj e humano sangüesino. Su convento fue edificado más allá de las murallas de San Miguel y de las Torres, cerca del Portal de Jaca. Y hablan los archivos del prestigio pro– porcionado por los franciscanos al «Estudio», y de su hu– manitario comportamiento en las trágicas r iadas que pade– ció la ciudad. Con el siglo XIX otro tipo de riadas invadieror:i .ª los franciscanos: al igual que las de otras Or denes rehg10sas ,

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