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• -39- . " bro fué mucho mayor cuando se dió cuenta de que Dios no los desamparaba y les enviaba la ·comida por medio de .las gentes de Ar,ís que, edificadas de tanta abnegación, acudieron rivalizando a lle– var viandas a los frailecicos. Pobreza ·en los edificios. Quería que las iglesias franciscanas fuesen sencillas, y es admirable leer en San Buenaventura cómo se indignó el Santo al oír a unos frailes hablar de la casa franciscana como propia; fué preciso que el Cardenal Hugol!no, luego Grega– rio IX, dijese que ·era suya y la había dejado a los Menares. ¡Pero qué, si hasta una vez socorrió a una pobre dándole su libro del Nuevo Testamento para que lo vendiese y allegase algo! ¿Os ima– gináis cómo se sonreiría el Señor ante ese rasgo? Aún en el siglo, Francisco ya era caritativo. Como por estar em– bebido en una venta rechazase a un pobre, al terminarla corrió a pedirle perdón y compensa,rle con largueza. Más tarde, ya en los primeros pasos de su vocación, s:e intensifica su amor a la pobreza y sueñ.a con que sea su esposa, dama y señora. Cuando se entrega a Cristo ~ontra la voluntad de Pedro Bernardone, le devuelve todas sus ropas y queda desnudo. Giotto inmortalizó esta escena en. un cuadro en que aparece el Obispo de Asís cobijando la desnudez de Francisco bajo su capa pluvial. Una vez religioso, siente emulación por los más pobres. Fundada la Orden, recuerda la pobreza a sus frailes con aquellas palabras del Señor: «Las raposas tienen cuevas y las aves del Cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su c;abeza». El humilde siervo de Dios Pero San Francisco no sólo quería ser pobre en los bienes mate– riales, sino también en espíritu. ¡Pobres de espíritu!, ¡bienaventu– rados, porque de ellos será el reino de los Cielos! Humildad es eso, el amor al empequeñecimiento propio. S~r pobre y ser pequeño son casi lo mismo, ha dicho el P. Hilarino de Lucerna, y el mismo cita la frase de Harnack de que «la humildad es la pobreza perfecta ,. . «Por eso es que San Francisco - sigue el citado Padre-- nombra siempre a la humildad a un mismo tiempo con la pobreza. A ambas saluda como hermanas: ¡Oh Señora santa Pobreza, exclama, el Señor te guarde con tu hermana la santa hi!xnildad!. .. La santa pobreza con– funde a la avaricia, la codicia y los cuidados de este mundo. La santa humildad confunde a la soberbia y a todos los hombres de este mun– do y a todo lo que hay en el mundo,.. Y exhortaba a los frailes a que sirvan al Señor en pobreza y humildad.
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