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- 35- Piferencía · entre Domínicos y Franciscanos Pero· dada la forma en que vengo haciendo la expos1c1on, os parecerá que hay identidad entre Dominicos y Franciscanos. No. entre ellos existen notables diferencias, son distintos; y el mismo San Francisco, que tanto se quería con Santo Domingo, negóse a los deseos de éste de unir ambas Ordenes. Recordaréis cómo antes dije que los dos males de la épcca eran: En lo moral, la frialdad religiosa y la corrupción de costumbres; en lo dogmático, las herejías albigense y cátara, entre otras. También decía que para poner remedio a esos males suscitó Dios a dos hombres; pues bien, de ahí mismo surgió la diferenciación entre las dos Ordenes, que arranca ya en sus mismos Fundadores. Domingo de Guzmán, español, pijo de nobles castellanos, em– pleará la rotundidez y espíritu guerrero de la raza para aniquilar la herejía y salvar las almas. Recorrerá infatigable el Sur de Francia, la bella Provenza, entonces perturbada, martilleando con su palabra a las nefastas teorías que al. ir contra la intangibilidad del Dogma y la discip!ina jerárquica de la Iglesia querían destruir la Unidad Católica. Francisco de Asís, italiano -nacido en la Umbría- hijo de mer– caderes, tiene muy otra misión; él no ha de ser martillo, sino fuego colosal que abrase los corazones helados de las gentes. Fantasía desbórdante. Canelón, lirismo. poesía. .. Sí, toda la poesía de la Pro. venza, que él conoce por su madre y que siente en lo más hondo de la inspiración, ha de brotar de sus labios cuando recorra las tierras de la Umbría y de la Toscana, jardín de Italia, siempre rientes, siem– pre bellas, siempre llenas· de colorido, siempre tema del amor que el frail~cico viene a cristianizar. Su lenguaje no ha de ser el ordenado en las angosturas de un silogismo, sino el manantial que brota de la fuenlecilla y se extiende por el césped dándole frescor. . . San Francisco viene a catequizar a un mundo loco de pasión terrenal y ha de curar ese gran mal con un gran remedio; ha de convertir al rnundo contradiciéndolo; ha de procurar la reacción exagerando las notas contrapuestas; ha de oponer a esa pasión corpórea, avarienta y viciosa, la pasión de su amor por Dios, caritativa y humilde; ha de oponer a la riqueza en el vestir, la pobreza de su hábito raído; ha de oponer a la comodidad de las mansiones, su peregrinar cons– tante de vagabundo de Cristo por el camino que. conduce a las almas. '

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