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;¡ i 1 J 'i 1 ¡: 1 11 -.,- -- - - --- - ' . • -26- Desnudo de toda cosa terrena por la pobreza, San Francisco amó profundamente a los hombres. Bien conoció que el precepto del amor al prójimo es semejante al precepto del amor a Dios y que en el fondo. estos dos preceptos no son sino uno sólo. Inicia Francisco su brava carrera en pos de esta ~tud cuando, inquieto su corazón por haber desp.:1chado a un pobre de su tienda, sale disparado de el.la hasta alcanzarlo, colmarlo de dinero y encu:pa pedirle perdón. Admirablemente -razona esta actit:ud, más tarde, con sus amigos: «Si alguno te viniera a pedir un favor en nombre de un, conde o de un barón, seguramente se lo hubieras concedido y aun te hubieras considerado muy honrado; pues ¿cuanto más debe– rías hacerlo y tenerte por más honrado cuando el que te pide lo hace en nombre del Rey de Reyes y Señor de todos?» Pero cuando llega la caridad a su apogeo y Francisco a los límites de lo heróico, es en aquel episodio del leproso. La limosna, que no es la caridad, ya antes la daba Francisco a los leprosos, más por medio de otra per– sona. alejándose él a toda prisa; no como ahora, descendiendo del caballo, besando la mano ulcerada que el leproso le tiende y sin– tiendo en su corazón como se le había convertido en dulzura aquello que antes le parecía más amargo. · · La caridad de Francisco fué universal, amando a Dios en todas sus criaturas y al hombre, sobre todas las criaturas, por amor de Dios; pero se derramó con preferencia sobre los más desheredados de todo lo que el mundo puede dar, sobre los que padecían más, sobre los más miserables. , : los pobres.... ,los enfermos... , los lepro– sos..., los que, sobre todas estas miserias, ostentaban sus miserias y lacras morales, como los «hermanos» ladrones ... Paralelo entre nuestros tiempos y los de San Francisco Pues bien ,señoras y señores, también ahora, como en los tiem– pos de San Francisco, aparece el mundo desquiciado. De.sde la fa– milia, en crisis -crisis de estabilidad, crisis de fecundidad, crisis de autoridad- pasando por los pueblos -agitados por luchas intes– tinas- hasta las naciones enzarzadas en la más espantosa guerra qup. ha conocido la humanidad. Pero, sob1e todo, las clases sociales. .. Si hoy aquí en España callan, no nos hagamos excesivas ilusio– nes creye~do el problema resuelto. No ol-.,idemos que estamos, por especial privilegio de Dios, en 1 1 1 1

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