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, -5- éón candorosa sencillez respondió: ¡Oh que alegría! IÍan esta– do conmigo otros niños, que me han alegrado mucho. Esta com– pañía angélica que Dios le enviaba era nuevo presagio de la vida admirable que había de llevar este Siervo de Dios. 4. Le envió su madre á la ciudad de Soria á estudiar los rudimentos de latinidad, previniéndole con todo lo necesario para lo temporal, y con saludables dictámenes para la vida del espíritu. Su modestia, su afabilidad, asiento y cordura, la f);.:ecuencia· de Sacramentos y devociones le granjearon general estima, siendo de todos conocido por el Santico. Siempre procuraba estar solo, y evitaba con disimulo y cor– tesía toda conversación impertinente, inútil 6 menos edifi– cante y provechosa, sembrando paz, y recogiendo frutos de concordia, veneración y mutuo cariño. 5. Había en la ciudad de Soria dos célebres Santuarios dedicados á María Santísima. En uno se veneraba con parti– cular devoción la Imágen, que llamaban del Espino, y el se– gundo era el templo de la Virgen del Rosario. E stas eran las visitas frecuentes de nuestro José, profesando á María ~an– tísirna cordialísimo y singular afecto, además de su corno innata propensión por ser puntual observador de las santas instrucciones de su madre. Pedíale á esta divina Señora que pues era la misma sabiduría que se la concediese, y que puesto que era la Reina y dadora de sabios y santos pensa– mientos, que alentase los suyos para imitarla. Para merecer su divino consejo y que cooperase á sus de– seos la obligaba rezánclole antes devotamente su Rosario, á que añadía otras preces y oraciones tomándola por Madre, Maéstra y Abogada. Y queriendo consagrarse todo entero al servicio de esta celestial Se:üora, le hizo voto perpétuo de castidad. 6. Concluidos sus primeros estudios pasó á Zaragoza, y á pesar del mayor bullicio que allí encontró, lejos de dis– traerse su espíritu y de entibiarse sus fervores, se avivaron y crecieron redoblando su cuidado y aplitación á las foreas