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palabras y por sus plegarias la paz, la alegría, la salvación incluso! Porque aquel fraile humilde tenía la virtud de transformar la vida, de iluminar los horizontes más ne– gros, de mitigar las penas, de aligerar el espíritu , de llevar a Dios... * * * Practicó a la perfección la teoría franciscana de la perfecta alegría. Cuando proferían a su paso frases compasivas : «¡Pobre– cito! , mira cómo lleva los pies.. . Este sí que es santo.. .», entonces su compañero le oía desaprobar en voz baja: «Hermano, esto va mal». Pero cuando las cañas se volvían lanzas y las frases eran de otro tono : «¡Granuja, a trabajar... ! ¡Eres un farsante .. . !», entonces re– petía con exaltación interna: «Her– mano, esto va bien». Frases breves, pero síntesis práctica de largos tratados de ascética y bella reali– zación de la perfecta alegría fran – ciscana. Los regalos de Dios que más ambicionaba eran los padecimien– tos. Sus directores espirituales le permitían pocas veces las peniten– cias y maceraciones que deseaba. Él entonces se las pidió a Dios. Y Dios le hizo el regalo de un cilicio vivo y permanente. Padecimientos internos muy dolorosos, agrava– dos por su constante caminar y que, gracias a la fortaleza de su ánimo, no le incapacitaban para seguir en activo. Padecimientos que soportó con el sigilo miste– rioso de los carismas durante mu– chos años, y que al final descu– brieron las exploraciones médicas para asombro y edificación de todos . * * * Tan notable en su vida como el apostolado del buen ejemplo, fué el apostolado de la devoción Con la cruz dt: Sli ......... alfor¡•~~• el hombro - ~ --- ~-
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