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amiga mía que vive en Granada me mandó una estampa de Fray Leopoldo, recomen– dándome le rezara todos los días. Así lo he hecho, y desde aquellos días parece que no es el mismo. Publico este favor como pro– metí , y le enviaré 50 pesetas.»-E. Z. ME PREGUNTABAN QUÉ SANTO ME HABÍA RECLAMADO ATEA LA VIEJA (Alicante).- «Cansada de visitar médicos y hacerme radiografías, no conseguía mejoría alguna, pues una in– flamación grande les impedía ver el motivo de mi enfermedad. Por último al conocer a Fray Leopoldo, al que Dios da tanto poder, me encomendé a él, y entonces vieron que tenía muchas piedras en la vesícula, decla– rando necesaria la operación. Informaron a mi marido de la sospecha que tenía de que la inflamación se debiera a algo cance– roso. El día 4 de febrero me operaron y a los ocho días estaba en mi casa. A mi ma– rido le daban la enhorabuena de que todo resultó bien y a mí me preguntaban qué santo me había reclamado y qué reliquias llevaba, porque lo veían como un milagro. Así que lo publico para que sirva para su beatificación, cosa que deseo extraordina– riamente para tener tan gran intercesor. Envío 100 pesetas.»- Josefa A/vado. SE ENCONTRABA EN ESTADO AGÓNICO GRANADA.- «EI 26 de febrero le dio un ataque a uno de mis hijos que fue asistido por un especialista de niños. Todo trata– miento fue inútil, y a las tres horas se en– contraba en estado agónico, pues surgieron varias complicaciones. Viendo el estado del niño, el médico me dijo : «Si Vd . quiere lo puede llevar donde le pongan oxígeno, pues no se puede hacer más; y si quiere Vd . traer otro médico, también lo puede hacer para que no le quede ese disgusto». Mi hijo esta– ba sin pulso y sin vista. Yo entonces le puse en el pecho una estampa de Fray Leopoldo, con reliquia. Seguidamente lo llevamos al hospital y dos médicos que lo reconocieron lo encontraron casi bien. Y al frotarle con algodón para inyectarle cardiazol, el niño se dio perfecta cuenta, recobró el conoci– miento y hasta preguntó qué hacia allí. No fue necesario hospitalizarlo, y continúa su vida bien, por lo que tengo la seguridad de que fue simplemente un milagro y me gus– taría que se publicara. El niño se llama Vicente Javier Corricondo Sánchez, tiene ocho años, y yo, su madre, Antonia Sánchez. Mi marido se encuentra en Madrid y por eso no firma.»
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