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El capellán se le quedó miran– do con los ojos fijos y agrandados por la extrañeza. Era la primera vez que había oído una propues– ta semejante... Fray Leopoldo, llenando aquel silencio, profirió con voz tem– blorosa de súplica : -Padre, yo estoy dispuesto a hacerlo si usted le da el Santo Viático. El capellán quedó pensativo unos momentos, en los que la emoción le apretaba la garganta y cosquilleaba en los ojos. -¡Vamos! --dijo al fin. Y Fray Leandro tuvo el gozo de emprender su viaje a la eter– nidad llevando a Cristo en su pecho. Y Dios recompensó el ofrecí– ,,-miento heróico de Fray Leopoldo haciendo innecesaria su reali– zación. Fr. A. de L. FLORECILLAS DE LA VIDA DE FRAY LEOPOLDO No sé lo que habría hecho la criada. Lo cierto es que la seño– ra marquesa estaba fuera de sus casillas, gritándole. Es el preciso momento en que Fray Leopoldo llama a la puerta para pedir su limosna. Fray Leopoldo ha oído los gritos de la marquesa. Esta quiere sincerarse ante el herma.– no lego capuchino. «Hermano -le dice- ¡ha visto cómo está hoy día la serv.idumbre1 Está in– soportable», etc. Pero los santos no se venden . «Señora marquesa -dice Fray Leopoldo- que también las cria– das son hijas de Dios». Fray Gil de Pedroche.

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