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-6 - De subru sabéis, liel'luauos míos, que cu la tremenda y pa– vo1:osa cruerra que la moderna impiedad h a dcclaraclo á Dios, Dios se 0 basta á si mismo pnra triunfar <l e todos sus contra ri os. Y ¿cómo no ha de bastarse, s i es precisamente Dios quieu mue– ,e (en lo que este movimiento tiene de ~atu~al) ,la le1;1gua del blasl'cmo, quien menea la mano del escritor 1mp1?, q uien alum– bra la rar.ón del filósofo incrédulo, y con sólo retll'ar su sobera– no concurso, sin necesidad <l e ni ngún acto positivo, dejaría seca la lcugua, inmóvil la mano, y oscurecida 1~ razón de los que b lasfeman 6 escriben 6 cliscurren contra El? Pero semejante conduC;tU por parte do Dios, sobre de8pojar al hombre de la li– bertad de elegir entre el bien y el mal, daría demasiada impor– tancia á los malos, admitiéndoles todos los días á siogu1ar com– bate, digámoslo así, con la Di-nnidad, disminuiría muy mucho el mérito y la gloria do los santos, privada al mundo moral do una de sus mayores bellezas y se apartaría totaimonte del or– den que h asta ahora ha seguido la divina Providencia, orden que consiste en confundir y vencer á las criaturas rebeldes por medio de otras criaturas, y mu chas veces por medio de criatu– ras flacas, débiles é impotentes, al parecer, pa ra tan alta em– p resa. Ya veis, pues, si hay inoti vos para que quiera Dios q ue tomemos parte en la guerra que mantiene con los impíos. Lo quiere, sí, y de tal manera lo qnicrn, que cuenta por enemigo al <1uo intente permanecer neutral entre ambos bandos. Las pa– Jabras de Cristo son terminantes y no dej an lugar ú duuus ni en vi lacionos: qu,i non r>st mecum, contra me est, el qur: no estú con mi,go, e.stá eonlra 1ni. ¿Uuánclo acabarán <le enteudedas esos cris– tianos de ~1u_evo cuflo, adoradores idóh\trus <le s_u cowo<lidud y reposo, cn stianos cobardes, por no <leen· renegados, q ue se nie– gan•á. dar la cara por Cristo, que, cruzados de brazos y (.lormi– dos en el seno de la mayor indi fereucia, ven si11 conmoverse los estragos que la impiedad va causando en la fe de nuestro pue– blo, que entre un candidato 6 p eriódico católi co y un canliduto ó p crió<lico liberal les importa un comino que quede el campo por los l>luncos ó por lm; rojos, según ahora lian dado en lla– marlos'? ¡Ah sef1ores que a lardeiis de neutros! yo no sé si en la batalla que San !\~i~uel y su~ ángelc_s rifiernn con Satanás y loJ suyos, hubo ~ambrnn en _el cielo qmen?s so cmpe11aron en no dccla_rarse 111 por uno 111 vor otrn purlHlo; poro si los hubo, es– tad c10:tos que su 1~eulrnhdud 110 debió clurnr mucho tiempo; estad ciertos que Dios los despenó, al igual ele los ó.no ·elcs re– ~el.dcs, en el infier~o; est~<l ciertos r1ut lo:; tormentos q~e en el rnfrnrno padecen d1cl 10s a11gclcs 11cut1·us no 8011 i11[eeioecs á los 1
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