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-1 l - 110nra también de Vasconia. Entrn los cliredoi·es del reo-iona– Jisrno catalán y lo m ismo podrfa afirma r <le otras reo-ion~s los l1:1y impíos, masones, ateos, enemigos, en suma, deCristo. Lo ~011- trario sucede entre Jos vascos; los vaseos ponen la fe de Cristo P?r base do la restauración de su patria chica, y si por mara– vllla_hay a lgún vasco que reniega de la fe <le Cristo, no tarda, g racias d. Dios, en reuegar <lo su patria. Dígalo el profesor sa– lamanquino que se atrevió á insultar a l pueblo vasco en los ú l– timos juegos flo rales de Bilbao.-Rosulta , pues, que aunque no se_a rnás 1 que por el bien de rn~estra raza, dcbe1110s Juchm· por D10~. ¿Cómo hemos el e Juchar? Vcnmoslo en 1a segunda parte. " ·sEGUNDA PARTE Resueltos á Juchar por la causa de Dios, necesitamos un pen– dón, uua bandera que simbolice dicha causa y 110s conduzcan. la victoria. ¿Cuál ha de ser esa bandera? La que enarboló San Mig uel en el cielo, la que ostenta. entre sus pliegues el nombre de Dios, la que lleva por lema: Quis sicut Deus, ¿quién como Dios? Ni hay otra que más derechamente se opouga á los in– tentos y pretensiones de los impíos. Los impíos ele nuestros días, lo mismo que Lucifer al princ ipio del mundo, qui eren proclnmarse dioses, quieren escalar las nubes y sor igunlcs á Dios, quiernn arrojar á Dios del trono que ocupa en el seno de lus naciones católicas para sentarse ellos en su lugar. No otrn cosa significan lu sana feroz cou quo combaten Ju Revelacióu y su ardoroso cmperro p orque p rnvaleican los derechos del hom– bro s:.>bre los de Dios. Es decir, que el g rito de guerra en que se resurne_n los deseos y aspiraciones de los impíos <lel día, pa– rece ser éste: ¿quién como el hombre? Pues ¿qué cosa más natu– ral que opouer {L eso grito de rebelión este otro de sumis ión y acatamiento: quién como Dios? P ero Lay, además do la op ortunidad de semejante grito, otl'as muchas razones por las cuales <lebernos tornar por ensefia el nombre ele Dios. El nombre de Dios es el único que nos pue– do sahrar. La Escritura lo <lico: nec enim alilut nomen est sub crr– lo datnm hominibus, in r¡uo oporleat nos salvos.fie1·i: no se ha dado otro nom/Jre debajo del cielo en el cual podamos srr salvos, que el nomlJr, llr J e,.,·tteristo. Vuestra propia coucie11cia lo confirma:
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