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ST 3 Pero su nota mas saliente fué el haber sido el brazo derecho de Richelieu, quien le debia su promoci6n al cardenalato y su acceso al Ministerio. La primera carta que escribié Richelieu, una vez nombrado primer ministro, fué la dirigida al P. Tremblay, para llamarle con urgencia a su lado. (1) Las-negociaciones mas dificiles en Italia, Suiza, Alemania, le fueron con- fiadas a él. Solia decir Richelieu; «A barbas no le gana nadie a mi capuchino, por muy largas que las tenga.» El P. Tremblay, que no conocia el abatimiento, era quien sostenia el dnimo de Richelieu en los momentos dificiles. Cuando en la Guerra de jos Treinta Ajios, con objeto de humillar a Austria, favorecié en Alemania a los protestan- tes, a quienes por el contrario aniquilaba en Francia, los espafioles invadieron Picardia, Borgofia y Guyena. Tembl6 entonces todo Paris, temblé también Ri- chelieu, y atemorizado ante la indignacién ptiblica, estuvo a punto de retirarse del Ministerio. Pero su confidente intimo, el P. Tremblay, sostuvo su dnimo y le impulsé a que, montado a caballo, recorriera la ciudad sin guardia ninguna, ¢co- mo si nada temiera. Aquel rasgo de valor le devolvié la admiracién y la con- fianza del pueblo, que le siguié por las calles, aplaudiéndole. Y, cuando rebo- sante de gozo ante aquel éxito inesperado, cay6é en brazos del intrépido capuchi- no, este le dijo:—jNo os tengo dicho mil veces que sois como un pollo mojado, y que con un poco mas de serenidad y de mala cara se puede arreglar todo? El 15 de Diciembre de 1638, estaba en Rueil con Richelieu, quien tenia en su palacio a un huesped ilustre, el cardenal Bichi, Nuncio de Su Santidad. El P. Tremblay conferencié largamente con el Nuncio, y lo condujo después ‘aun hermoso salon donde iba a representarse una pieza de teatro en su honor. Richelieu, que conocia bien a su Capuchino, lo invité sonriendo, asegurando- le que la comedia era de «cosas serias»>. El P. Tremblay le contesté en el mismo tono festivo «que él tenia también su comedia con el breviario», y en efecto se retiré a su cuarto, y alli recité el resto del Oficio divino con su devocién acos- tumbrada; tom6é después la colacién, por ser dia de ayuno, y se hizo leer, segtin su costumbre, la historia de la guerra de los cristianos contra los turcos, hasta las hazaflas de Goldofredo de Bouillén. Iba ya a levantarse de la mesa, cuando comenz6 a perder el sentido. Lo condujeron al lecho y, avisado el Cardenal Richelieu, mand6 interrumpir al instante la representacién. El médico del Cardenal, reconocié al enfermo, diagnosticando que era vic- tima de un ataque de apoplegia, y el P. Angel de Mortagne, secretario del P. Tremblay desde 1619, le administré acto seguido la Exirema Uncién. El 16 de Diciembre, tuvo el P. Tremblay la satisfaccién de recibir la visita de Rmo. Padre General que acudié a su lado apenas tuvo noticia de lo que pa- saba. Le hablé en italiano, siendo reconocido por el enfermo. Richelieu, profundamente emocionado, lo visitaba muchas veces durante el dia, prolongando largo rato sus visitas. El 18 de Diciembre de 1638, fallecia el P Tremblay a los 62 afios de vida y 40 de relictién. Sus funerales fueron como correspondia a la fama y relieve de tan egregio personaje. El Rmo. P. General, acompafiado del Provincial y cuatro definidores de Pa- (1) «Vous étes—le dice—le principal agent dont Dieu s’est servi pour me conduire dans tous les honneurs of je me suis élevé .. le vous prie d’avancer votre vayage et de venir au plus tot partager le maniement des affaires. Il y en ade pressant que je ne peux confier a personne ni résoudre sans votre avis...»

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