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11 dificultades que le propuso Luynes desde su punto de vista humano, logrando convencerle plenamente, pues como dice el cardenal de Retz, «hablaba como los profetas.del Antiguo Testamento, — por Dios pon comunicar sus érdenes a los reyes de Israel». La marcha sobre el Bearne fué muy Sint dando tiempo a los diputados protestantes para presentarse al rey en actitud hipdécritamente rendida. En el Consejo Real se dibujé inmediatamente la escisién; el P. Tremblay es- taba ausente, pero sus amigos intimos, el cardenal de Retz, el arzobispo de Sens y el P. Berulle lograron imponer sus puntos de vista: la paz en aquellas circuns- tancias seria una insigne torpeza, pues la guerra era la mejor garantia de la paz. ~ Por fin el rey se decidié a afrontar sin titubeos la ofensiva, y en solo cinco dias logr6 asentar firmemente.su poder en el Bearne. _ En Pau decendié el rey ante la pequefia residencia de los PP. Capuchinos, para acompajiar desde alli hasta la Catedral a Jestis Sacramentado; y organiz6 por todo el pais una cruzada de misioneros Capuchinos. para la conversién de los herejes. :— ‘El Rdmo, P. General quiso honrar al P. Tremblay, manifestandole «el gran gozo que sentia de que Su Majestad hubiera reducido a obediencia a los hugo- notes y de que se hubiera valido de los Capuchinos para su conversién». Expedicién del. Languedoc (1622) No bief quedo pacificado'el Bearne, se levantaron en armas los protestan- tes del Languedoc y lanzaron, como un cartel de desafio, la amenaza del des- menbramiento de Francia. ‘ La corte vacilaba entre los preparativos dela guerra y las negociaciones de la paz; el rey, la reina madre y Richelieu eran partidarios de la paz, pero el P. Tremblay abominaba de ella, pues en definitiva no seria sino abrir una tre- gua beneficiosa para los rebeldes. Gracias a sus amigos del Consejo Real, con- siguié que prevaleciera su opinién frente a la del mismo cardenal Richelieu. (1) Richelieu escribiéd en un dia de mal humor: «el cardenal de Retz, Shomberg, Vic y Luynes, cuatro cabezas con un mismo sombrero»; atin podria haber dicho mejor:—con una misma capucha,—pues todos ellos respiraban ae el P. Trem- blay.» Cuando partié el rey para ponerse al frente del ejército, -salté de alegria el P. Tremblay, mientras Richelieu escribid amargado que la campafia era «teme- raria e inconsiderada.» Prueba esto la sinrazén de los que han considerado al P: Tremblay como una hechura de Richelieu,—«la doublure de Richelieu.» Fracas6.Luynes en sus primeros encuentros y, desalentado, cayé enfermo y sucumbi6; mas el,valor de Condé repar6 en parte los primeros reveses, lle- gandose por la ambicién y la impaciencia de la reina-madre y de Richelieu a una paz prematura, que Richelieu llamé en sus Memorias «honorable», Naturalmente que Richelieu, que se las prometia muy. felices, encontrara magnifica esta paz, si bien la deploraba el P. Tremblay, como-contraria a los intereses de la Iglesia y de Francia, pues dejaba frente al rey una faccién temi- ble y amenazadora. : _ El sitio de la Rochela (1627-28) Richelieu ascendié al Ministerio en 1.624, y llamé inmediatamente junto a si (i) Il leur avait fait de continuelles instances-Lepre-Balain.

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