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8 En este momento preciso es cuando, por vez primera, intervino en la vida politica nuestro P, Tremblay que, a la sazén, era Provincial de Turena y que estaba visitando los conventos de su jurisdicci6n. Ante el gravisimo peligro religioso, que se cernia sobre Francia, crey6é un deber intervenir delante de Condé, su amigo de la infancia, y entonces comen- zaron sus idas y venidas, de Poitiers a Tours, de Tours a Blois, viajando siem- pre a pie, por caminos malos e inseguros, durante un invierno desolador. Inflamado por el espiritu de Dios predicé delante de los principes rebeldes la unién, la caridad, la obediencia, con tanta uncién que los conmovi6 profunda- mente, Segtin afirma Lepré-Balaian, la reina-madre, que hacia tres afios conocia al P, Tremblay, le encarg6 que conferenciara con los diputados del rey y que obra- ra segtin lo juzgara oportuno; y el nuncio Ubaldini, su gran amigo, le alent también a marchar a Louditn. ; Encontré los 4nimos sobremanera excitados en la discusién de un articulo, que los hugonotes presentaban para su confirmacién; era una proposicién gali- cana, que ponia en entredicho la autoridad espiritual del Papa sobre la corona de Francia. El nuncio del Papa declaré al P. Tremblay que, no pudiendo vencer la obs- tinada resistencia de los rebeldes, estaba decidido a partir para Roma, y efecti- vamente se alejé de Loudtin, dejandole solo al P. Trembay. La situacién se habia agravado por lo tanto notablemente, y los hugonotes, temiendo alguna sorpresa, tenian materialmente asediado a Condé, para que nadie se llegara hasta él y doblegara su voluntad. , Pero el P, Tremblay, astuto y sagaz como era, logré verle a media noche y convencerle plenamente. Una carta, escrita por el Nuncio al Cardenal Borghese, decia: «El Provin- tial de los Capuchinos ha trabajado y trabaja con grandisimo celo en esta causa»; 7 el 22 de Marzo, escribiendo al P. Tremblay, le decia: «Vuestra carta, escrita yer, me ha llenado de gozo; verdaderamente «haec est mutatio dexterae Ex- ceisi», que hace los milagros, valiéndose de Ud.» El mismo Boxillén, el mayor agitador y el mds temible adversario del P. Tremblay, decfa hablando de él: «Este hombre parece que tiene los remedios preparados para deshacer todos mis proyectos; penetra mis pensamientos, sabe lo que yo no he comunicado sino a poquisimas personas, de cuya discrecién yo no puedo dudar, marcha a Tours y retorna de alli a pie, por entre el barro, la uieve y la éscarcha, en el peor tiempo, sin que nadie lo pueda sorprender. Yo creo que este Padre lleva un demonio en ei cuerpo.» ’ El P. Tremblay orillé efectivamente todas las dificultades, nacidas de las exigencias de los hugonotes y de la susceptibilidad de los nobles, y con su tena- cidad logré terminar el tratado. «Condé cedié ante una crisis de devocién», dice Lavisse. (1) ’ Mas la conversién de Condé no fué duradera; tres meses después el rebel- de e inquieto Condé, que conocia las pequefias pero no las grandes ambiciones, hecho duefio y arbitro de la situacién, quiso alejar de la Corte a Maria de Me- dicis y con un golpe de sorpresa confinarla en un monasterio. Por este motivo fué arrestado en el Louvre el 1 de Septiembre de 1.616 y encerrado en la Bastilla; después de un afio se le condujo preso a Vincennes, de donde no salié hasta el 20 de Octubre de 1.619. (1) Histoire France-Régne de Louis XIII. Lavisse-Rambaud.

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