BCCPAM000523-3-08p04d00000000

Capuchinos leprosos (1) WADA mds emocionante como el espectidculo al cual os invito en estos 42 momentos, ni nada tampoco mas admirable como la heroica cari- dad que’ vosotros vais a contemplar. aR Al ejercitar los capuchinos la caridad con los leprosos, no hi- cieron otra cosa que seguir las huellas de su Padre S, Francisco. Ya en el tes- tamento espiritual que legé a sus hijos se habia expresado en estos términos: «Dios Nuestro Sefior quiso dar su gracia a mi fray Francisco, para que asi em- pezase a hacer penitencia; porque como yo fuese envuelto en pecados, érame muy amargo ver los leprosos, pero el Sefior me Ilev6 entre ellos y usé de mise- ricordia con ellos. Y aquello que antes me parecia amargo, me fué convertido en dulcedumbre del alma y del cuerpo.» Idéntica dulzura experimentan los frailes en el alma, al imitar los ejemplos de su Padre; por lo que al cuerpo se refiere, eso ya es otra cosa, porque se can- sa y fatiga y con frecuencia es victima del contagio, viniendo a dar, tras incon- tables sufrimientos, en una muerte lenta, envuelia en torturas espantables. Me permitiréis que sin mds predmbulos y exordios que estan de mas, me en- camine con vosotros, a través de los continentes, alas principales leproserias en las que se sacrifican los Capuchinos por los Hermanos cristianos, como les llamaba S. Francisco, y os muestre a esos hijos del Serdfico que, llevados de la caridad, estén expuestos al mas horrible de los contagios. El pensamiento vuela. Desembarquemos pues en Djibutti en la costa afri- cana, a la entrada del océano indico, y escalemos las alturas de las mesetas abi- sinias. De ellas nos ocuparemos mas particularmente en otra conferencia, Por el momento volvamos los ojos hacia esa profunda miseria, la lepra. Se halla como naturalizada en este pais, hasta el punto de que algunos afirman que la Etiopia es el pais de origen. Por eso, no bien los Capuchinos de la provincia de Toulouse corrieron con la misién Sud-Etidpica, su primer cuidado fué aliviar la suerte de aquellos infortunados. La empresa no era facil, pero superaron las dificultades. Nos encontramos en 1901 en la ciudad de Harrar que cuenta de 30 a cuarenta mil habitantes, en su mayoria musulmanes. El Vicario Apostélico ha puesto su (1) En Ja revista «Etudes Franciscaines» que editan los Capuchinos de Paris, apare- cié en el n°. 267 de Marzo-Abril 1935, esta hermosa conferencia que fué publicada en «V er dad y Caridad» en 1935 y 1936. Serertienes ee ee,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz