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16 deduras de insectos impertinentes; siento, finalmente, sensaciones de dolor atin en los dedos que me faltan. Como también otras anomalias que no puedo expli- carlas y que no las veo descritas por ningtin médico, cosa bien natural, ya que una vez que el enfermo llega a este estado es abandonado por el médico.» Su fin se acercaba. Todavia sin embargo se sintié vigorizado su espiritu por la bendicién que el Santo Padre le enviara desde Roma. Bien necesitado es- taba de aliento. El P. Miguel que le Ilevaba la Santa Comunién nos lo describe de esta manera: «Es un esqueleto ruinoso que apenas puede sostenerse en pie. Han desaparecido la barba y los cabellos, sus orejas han caido; la nariz se ha- lla grandemente desfigurada, su rostro devorado. El ojo derecho completamen- te perdido y el izquierdo caminando precipitadamente a la putrefaccién; sus de- dos, excepcién hecha de la tiltima articulacién del indice y del pulgar, no exis- ten o estén mutilados; todavia conserva los dedos de los pies; pero elresto de su cuerpo es una pura Ilaga; oye y habla pero su voz es apenas perceptible.» Al leer esto, un escalofrio recorre todo nuestro ser. Pero en medio de tan- ta pesadumbre, habla el fraile que le visitaba, ha conservado un alma trasparen- te y enérgica que le impulsa a bendecir de continuo la misericordia y el amor de Dios.» ; El cuerpo informado por aquella alma heroica debia, por fin, derrumbarse. En la mafiana del dia 9 de Mayo llevéle una vez masel P. Miguel la Santa Comu- nién. Las flores embulsamaban el exterior e interior del Ritiro di S. Francesco, en el que se encontraban arrodilladas 8 personas en derredor del lecho del P. . Daniel, aguardando con laémparas encendidas al Divino Huesped. El P. Daniel dirigid sus apagados ojos al Amigo que entraba en su cabajfia; levanté sus bra- zos debilitados, extendié sus manos mutiladas, y de sus labios temblorosos bro- taron estas palabras, claramente oidas por el P. Miguel: «jOh Jestis... entrad en mi corazén... mas decid una sola palabra... y mi alma sera sana... os ofrezco este tiltimo momento de mi vida... tomadlo... que sea en bien de mi alma.... de las almas de mis hermanos... dela misi6n.... Uno de los que presenciaban esta escena, nos habla de la emocién profunda que experimentaron los circunstantes: No pudimos contenernos y estallamos en sollozos; pero él continué. Haciendo un esfuerzo soberano renov6 su profesién, terminando de esta manera: «Pido encarecidamente a mis hermanos de Europa y de la mision, me perdonen mis faltas; yo a mi vez desde el cielo rogaré pot ellos,» Su sacrificio se habia consumado; lo habia ofrecido libre y heroicamente, no ocurriéndole demandar su curacién desde la jornada de Lourdes, ni atin en me- dio de sus atroces sulrimientos. Habia cantado y bendecido las misericordias de Dios, imitando en esto el ejemplo del Serdfico Padre. Bien podia repetir con él: Loado sedis mi Sefior, por nuestra hermana la muerte corporal! Con él] can- taremos nosotros: Loado sedis, Sefior, por nuestra hermana la muerte corporal que libert6 a este hermano martir, abriéndole las puertas de vuestra felicidad! Abundan los leprosos en las misiones confiadas a los Capuchinos; pero son mas numerosas las almas leprosas. Los Capuchinos deben de evangelizar, en 33 territorios misioneros, 100 millones de paganos. Que desde el cielo proteja y bendiga el P. Daniel la mies, que bendiga a los segadores. yt:

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