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13 selva, poblada de hostiles e inquietantes silencios. Laluz rosada dela mafana saltando a través de la floresta penetraba por las ventanas de la capilla, resba- ._ lando por los altares, acariciando a los capuchinos, recogidos en la oracién, y a los cristianos e indigenas, congregados aquella mafana; apenas si faltaba al- guno. Un religioso celebra con amor, con recogimiento el Santo sacrificio de la misa; en el momento de la comunidén las misioneras se acercan a recibir el cuer- po adorable de N. Sefior. Llegan a sus oidos las palabras del celebrante: Domi- ne non sum dignus: Nadie es digno de ser escogido por Cristo; con todo, los mo- radores aquellos son los elegidos para el martirio, porque repentinamente la puerta de la Capilla es derribada en medio de una griteria espantosa. Una bala da en tierra con el celebrante que junta su sacrificio con el de Cristo; una turba furiosa se lanza al asalto alos gritos ensordecedores de «sangre, sangre, queremos sangre.» Todos fueron barbara- mente asesinados; cinco ca- puchinos, siete religiosas y unos doscientos cristianos. Y cuando el Rmo. P. Ber- nardo de Andermat, General de la Orden, comunicé tan terrible noticia al Papa Leén XIII, éste le consolé con es- ; tas admirables palabras: son ar las primicias del siglo que : comienza». Asi era en ver- dad. La sangre de estos mar- tires haria florecer y germi- nar en otros campos la semi- lla del Evangelio. He querido referiros esta escena maca- bra de la historia de nuestras misiones en el Brasil, porque guarda conexién intima con la vida de un apostol esclare- cido de los leprosos, leproso él mismo, el P. Daniel de Samarate. Era este un reli- gioso joven, que fué destina- do en un principio a Alto Alegre, lugar de la matanza que acabamos de narrar. Por qué la Providencia lo desvié algtin tanto de aquel camino? Quizé porque lo destinaba para un martirio mas espan- table. Po: estc tiempo, s:iuest. vc Capuchinos ejercitaban su caridad en tres levroserias; la primera, situada a la entiada de S. Luis de Ma- rarhao; la segunda, mac importante, pues en ella se agrupaban de 4 a 5,000 2. El P. Daniel de Samarate

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