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l Ñ | 4 1 q y . Ñ o Y P. Espinosa, le refirieron lo sucedido, para gue encomendara á Dios el alma del difunto. Él así lo hizo; y para memoria del suceso y con el fin de que otros también lo encomen- daran en sus oraciones, con licencia del Pa. dre Guardián, mandó hacer una cruz de ma- dera y la puso en el' mismo sitio donde le confesó. Después, cuando se empedró la cuesta, se puso en medio y se labró otra de piedra, que también en el transcurso de los tiempos ha desaparecido. Ejemplo elocuentísimo de 'lo mucho que Dios quiere, de lo mucho que Dios estima la salvación de nuestras almas. * ORACIÓN PARA EL DIA NOVENO Dulcísimo Jesús. Libertádor de los hom: bres y Triunfador del infierno: Vos. que ven: cido el aguijón de la muerte abristeis á los. creyentes el Reino de los cielos: vedme aquí, postrado ante esta sagrada Efigie vuestr a, rindiendo mis humildes adoraciones á vues.- tra Alma Sacratísima, que sin embargo de que continuamente gozaba de la Bienaventu- ranza, y veía á Dios cara á cara, estuvo ex- tremadamente angustiada y triste hasta la muerte por mi amor, y que mientras ese.
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