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— 69— allí eché la mano y descansé un poco en los ladrillos, y después salí, aunque con gran dificultad por estar el hábito tan mojado.» Fué la Comunidad á dar gracias al San- tísimo Cristo, y determinó el repetírselas al siguiente día cantando una Misa, en la cual oficiaron de ayudantes los muy Rdos. Padres Fr. Alejandro de Toledo y Fr. José de Ma- drid, que ambos leyeron Teología en este mismo Convento y fueron predicadores del Rey, llegando á ser muy celebrados. Imitemos al P. Juan de Pinto, Capuchino, en su devoción del Santísimo Cristo, y nos haremos dignos de que nos socorra en nues- tros apuros, como á él le socorrió en el suyo. * ORACIÓN PARA EL SEXTO DÍA Dulcísimo Jesús, Soberano Monarca del mundo : yo el más rebelde de vuestros vasa- llos, postrado ánte esta sagrada Efigie vues- tra, adoro humildemente esas sienes divinas, por mí coronadas de penetrantes espinas. ¡Oh Rey de gloria, por quien reinan los so- beranos, y por quien los legisladores dictan los justos decretos! ¿Es ésta, pues, vuestra diadema pomposa? ¿Es vuestro manto real esa púrpura de escarnio, y vuestro cetro la

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