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pa pS sa. Mas tú, cuando dés limosna, haz que tu mano izquierda no advierta lo que hace tu derecha: para que tu limosna quede oculta, y tu Padre, que ve lo más oculto, te recom- pensará en público. Asimismo, cuando oráis, no habéis de ser como los hipócritas, que de propósito se ponen á orar de pie en las sina - gogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres: en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, al contra- rio, cuando hubieres de orar, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora en secreto á tu Padre; y tu Padre, que ve lo más secre- to, te premiará en público.» (San Mateo, vi, 1 y siguientes.) Así, pues, acostúmbrate á dirigirlo todo á la mayor gloria de Dios: sea Él norte y guía de tus acciones, el blanco y fin de todas tus buenas obras. No permitas que ninguno de los muchos fines malos y bastardos, que tan frecuentemente y con tanto daño de sus almas se les mezclan en las obras á los im- perfectos y tibios en el divino servicio, como la gloria mundana, las alabanzas de los hom- bres, la conveniencia propia, y tantas otras más, inficionen tus operaciones. Sea tu lema el siguiente, que lo fué de San Ignacio: «Todo á la mayor gloria de Dios.» Meditación, re-

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