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— 65. — del cuerpo humano, que la sola punzada,de un alfiler causa dolores insoportables, ¿cuá- les experimentaría Jesús con tantas, tan lar- gas y tan agudas espinas como clavaron en las suyas? Considéralo bien y pásmate de su dolor, y asómbrate de tu delicadeza. PUNTO SEGUNDO Una cosa te recomendaré aquí, de mucha importancia en la vida cristiana y virtuosa; es la recta intención. Antes que yo, te la ha- bía aconsejado el Apóstol San Pablo por es- tas preciosas palabras: «Ora comáis, ora be- báis, ó hagáis cualquiera otra cosa, hacedlo todo á la gloria de Dios.» (I Corintios, x, 31.) La mala ó torcida intención la tienes repro- bada por las siguientes palabras del mismo Jesucristo, cuyo texto no puedo resistir á la tentación de copiártelo íntegro: «Guardaos bien de hacer vuestras obras buenas en pre- sencia de los hombres, con el fin de que os vean: de otra manera, no recibiréis su galar- dón de vuestro Padre, que está en los cielos. Y así cuando das limosna, no quieras publi- carla á son de trompeta, como hacen los hi- pócritas en las sinagogas y en las calles, á fin de ser honrados de los hombres. En ver- dad os digo, que ya recibieron su recompen- )

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