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— UH uno de los oficiales que lo echara, como así lo hizo, y el dicho Padre le ayudó á coserlo. Entonces, sin reparo ni advertencia, al sacar el oficial la aguja se la clavó al Padre por un ojo, causándole grandísimo dolor. Pensó des- de luego que perdía para siempre la vista de aquel ojo. Viéndose de aquella suerte y que se le bañaba el rostro con la sangre que le salía en abundancia, allí mismo se hincó de rodillas á los pies del Santísimo Cristo, y con vivísima fe y no menor confianza, le suplicó le amparase en tan grave necesidad, tanto más cuanto que no había todavía en este Rea Sitio médico, ni cirujano, ni botica. Acabada su oración se fué á la lámpara, y con el acei- te de ella se ungió la herida, ysin otro re- medio ni medicina sanó luego, con admira- ción de todos los religiosos, y desde enton- ces conservó la vista clara y no sintió ningún mal accidente. Favor singular por el que dieron todos á Dios la más rendidas gracias. ¡Cuantísimas gracias más obtendríamos nosotros de Nuestro Señor, hablando en ge- neral, y cuantísimos favores más conseguiría- mos nosotros por medio del Santísimo Cristo de El Pardo, hablando en particular, si al mismo tiempo que nos servimos de los reme- dios humanos, imploráramos el auxilio divino

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