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— H — salvarse á sí mismo; si es Rey de Israel, baje ahora de la. Cruz y creeremos en El.» Y eso mismo le echaban en cara los ladrones que estaban crucificados en su compañía. (San Mateo, xxvu, 39 y sig.) El pueblo lo estaba mirando todo, y á una con él los principales hacían befa de Jesús, diciendo: «A otros ha salvado, sálvese, pues, á sí mismo, si El es el Cristo ó Mesías, el escogido de Dios.» In- sultábanle no menos los soldados, los cuales se arrimaban á Él, y presentándole vinagre le decían: «Si Tú eres el Rey de los judíos, ponte en salvo.» (S. Luc., xxvnr, 25, 35 y sig.) De este modo, puestos todos de mancomún, Príncipes y jueces, sacerdotes y doctores, es. cribas y fariseos, sayones y espectadores, soldados y pueblo, se burlaban de Jesús, hi: riendo sus ojos con gestos irrisorios y sus of- dos con palabras soeces y blasfemias horri- bles. ¡Oh, Señor, cuán estupendos son vues- tros sufrimientos! ¡Cuán pasmosa vuestra paciencia! PUNTO SEGUNDO Estés donde estés, necesitas guardar tus ojos de tantas bagatelas, de tantas vanida- des, de tantos espectáculos, de tantas diver-

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