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A ¡Cuán grande debió ser ella cuando Jesús la declaró en forma tan concisa y clara! El mis mo San Juan intenta hacer ponderación de ella, pues advierte que Jesús dijo aquello para que se cumpliera la Escritura. Y la Es: critura á que alude es el Salmo xxi de David, en el cual, dice: «Todo mi verdor se ha se- cado como un vaso de barro cocido; mi len- gua se ha pegado al paladar, y llegué á estar como polvo, á punto de perecer.» Tres clases de bebida mencionan los sagrados exposito- res que fueron ofrecidas á Jesús: vinagre, vino mezclado con mirra é hisopo, y vino mezclado con hiel. ¡Oh pacientísimo Jesús, así apenado en vuestra santísima boca! Vos tan generoso con los hombres, que les dais todo cuanto tenéis, y ellos tan crueles y per- versos con Vos, que os niegan hasta el agua limpia y fresca de que disponen en tanta abundancia. PUNTO SEGUNDO Sintió Jesús aquella sed y aquella amar- gura en su santísima boca para causarte á ti, alma piadosa, amargura y tedio hacia las cosas efímeras y caducas de la presente vida, y darte sed, deseo grande y gusto espiritual por las cosas del cielo. Esto es, pues, lo que

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