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34 — para defenderte del mundo, demonio y car- ne, para que no te hagan caer otra vez en la esclavitud del vicio, y no te impidan el que vayas levantando cada vez más y mejor el rico palacio de la evangélica perfección. Pro- cura hacerlo así; no te asusten las dificulta- des de la vida virtuosa; no vuelvas atrás; has puesto las manos á la obra; adelante, pues, hasta terminarla, porque como dice el mismo Salvador: «Ninguno que después de haber puesto su mano en el arado vuelve los ojos atrás, es apto para el reino de Dios.» (San Lu- cas, Ix, 02.) Meditese un breve rato sobre lo leído, y piídanse las gracias que se desean conseguir, EJEMPLO En el mismo Compendio de la Historia del Santísimo Cristo de El Pardo se refie- re el siguiente curioso suceso: A un merca- der de Madrid, que yendo á Medina de Río- seco á emplear algunas cantidades, pasó por este Real Convento de Capuchinos de El Par- do, le salieron al camino unos salteadores. Disparáronle armas de fuego y le derribaron al suelo. Viéndole los ladrones mortalmente herido, ó juzgándole por muerto, le retiraron