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15 — y que conduceá los suyos, hollando los áspi- des y basiliscos; y adonde levante su cabeza sobre todos sus enemigos; sin embargo pa- rece que aun le es de mayor alivio ver á este Dios que le ampara, ser compañero en sus trabajos, que como varón de dolores, sabe lo que es padecer, no sólo por ciencia, sino también por experiencia; considerar que el que es nuestra guía también es nuestro mo- delo; reparar que Él llevó primero ese yugo que impone á sus siervos; que apuró el cáliz amargo, del cual no nos ofrece ya si no las heces que nosotros bebemos por necesidad, cuando Él ninguna tenía, y que á pesar de esto probó toda su amargura sin mezcla al- guna de consuelo en cuanto á la parte infe- rior del alma, reservándolos todos para los que padecen por El. Más elevada, es sin du- da, la primera consideración; mas estotra es más acomodada á nuestra flaqueza: aquélla nos infunde admiración y respeto á su gran- deza; ésta, mayor amor y confianza en su bondad; aquélla forma el gozo de la bien- aventuranza eterna, y ésta nos sostiene en las miserias de esta triste peregrinación. Mo- vido de tañ justas razones el piadoso rey Fe- lipe III, y agradecido al beneficio que en el mismo día de Viernes Santo, en que la Igle-
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